domingo, 19 de julio de 2009

Trasnochando!

Pues si que está cambiado Salamu, en todos los aspectos. Ya hace un año que está aquí, y los avances son considerables, su aspecto físico, su lenguaje, sus destrezas motrices, sus habilidades sociales... Es tan tan educado que dice gracias a cada rato y si le presta algo a alguien, le manda que le diga gracias. La verdad es que al principio en cuanto empezó a hablar algunas cosillas le insistí en que había que decir hola, adiós, gracias... Le costó lo de gracias, no por la palabra en sí, sino por la falta de costumbre, pero lo solucioné rápido; cuando le daban caramelos y se negaba a decir gracias, se quedaba sin ellos hasta que lo decía; unas cuantas veces y listo. Lo pilló enseguida ( gracias= obtener lo que me dan).Bueno, pues entre los avances también está la resistencia física. Hace un año, a las 7 de la tarde le podía el cansancio. Desde esta hora ya no se movía ni hablaba. Este año en cambio, es capaz de jugar durante mucho tiempo y ahora como ya " es mayor" (le digo a él) pues ya pudo ir a unos conciertos que hubo este fin de semana detrás de casa. Había una casetilla que vendían artesanía del sáhara entonces se concentraron muchos niños del Sáhara. Lo pasó genial, vio los fuegos artificiales y hasta bailó conmigo y con los niños.Estuvimos hasta la 1:30. Hoy es el último día, y volveremos!

3 comentarios:

  1. Hola! Buenisima la estimulación y que gran ser humano que eres.
    besos

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  2. me encanta que este mejor, por lo que leo es muy educadito, tiene una carita de delce, te mando un abrazo que sigan los avances

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  3. Es que no se conoce, lo que cambio en este año,es un verdadero tesoro, y ademas , las ganas que tiene de aprender cosas......Es un tesoro.
    mama

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SOY SALAMU

Hola, soy Salamu, un niñito saharaui de 14 años . Mi país está ocupado por Marruecos, así que yo, y miles de familias más, vivimos en campamentos de refugiados en Argelia.
En los campamentos de Tindouf, no tenemos luz eléctrica ni agua corriente. Vivimos en haimas, que son grandes tiendas de campaña y los hombres y niños construyen unas casitas de adobe, que resultan algo más frescas, aunque realmente no existe el frescor cuando se alcanzan los 53 º de temperatura. Os podréis imaginar entonces que en los campamentos es imposible cultivar alimentos. Así, que llegan al desierto, cada cierto tiempo, camiones llenos de ayuda humanitaria y agua, para intentar cubrir las necesidades alimentarias y hospitalarias.
Mi pueblo se llama Auserd, al entrar en mi haima, podéis ver a los adultos tomando té y a los niños fuera jugando con una rueda o un cochecillo de lata hecho por ellos. Cuando sale el sol, la vida comienza, mis hermanos mayores y la que me sigue, doblan la manta con la que han dormido y cogen la mochila para ir al cole. Todo es muy rápido, no se usa pijama ni se desayuna, así que es levantarse y marchar. El cole de mis hermanos está un poco apartado de las casas, tienen que caminar unos 20 minutos. Durante la mañana mi hermano pequeño y yo estamos en la haima esperando a que lleguen. Comen y se vuelven a marchar, así todos los días menos el viernes. Yo no voy al colegio. Los niños especiales en el Sáhara van al cole especial, pero a mi no me gusta y entonces no voy. Mi madre está de acuerdo en que no vaya, porque no hay profes especializados, entonces están toda la mañana sentados y eso sí, dan un poco de leche a media mañana.
Un día mi madre me llevó al colegio para que me hicieran unas fotos, porque cuando llega el verano, los niños saharauis van a pasar dos meses a España. A mi me tocó ir a Galicia y a mi hermana a Castellón. El día que los niños que iban a Galicia, tuvieron que presentarse en el ayuntamiento para ir en camión al aeropuerto, mi hermano se subió. Yo me marché de vuelta para casa con mi madre. Esa misma noche, mi hermano llegó enfadado porque no le habían dejado subir al avión, porque él no era Salamu. Había llevado mi tarjeta de vuelo, y claro, él no era el niñito discapacitado de la foto. Al día siguiente, sí fui yo al aeropuerto con mi tarjeta y mi foto. Supongo que mi madre creía que yo no era tan consciente de las carencias del desierto o que mi hermano mayor disfrutaría en España más que yo, no lo sé.

En Galicia ya me habían buscado una familia que estuviera dispuesta a coger un niño discapacitado. Del grupo de discapacitados, yo era el más pequeño. ¡Que rabia! ellos, se quedaron en un centro. De casi 800 niños que viajamos a Galicia, sólo hubo una solicitud para un niño especial.
Cuando los responsables de la asociación Solidariedade Galega co Pobo Saharaui me vieron, creyeron que necesitaba silla de ruedas. Pero con el paso de los días, me iba desplazando mejor. En mi nueva familia, también había otro saharaui, Ahmed, de 16 años. Me ayudaba a comunicarme y me servía de referente. Pasamos el verano en la playa, jugando a la pelota y trabajando para tener más destreza motriz. Fui continuamente al médico, uno para que me viera los ojos, otro para que me sacase sangre, otro que me mandó cosas muy raras: lanzar una pelota, hacer un círculo en un papel, hacer una torre con cubos.... y mil cosas más, todas complicadísimas.
Un día Ahmed me explicó que se tenía que marchar, que se tenía que ir al colegio. Y que yo me quedaba más tiempo en España. No es por ser fanfarrón, pero como soy un niño muy majo que siempre está contento, me pareció buena idea.
Durante el mes de septiembre y parte de octubre, me estuvieron buscando un cole en el que me pudieran atender bien. Así que mientras se me prolongaban las vacaciones, no perdí el tiempo, mamá , que es maestra de educación especial, se encargaba todos los días de que entrenase mis manos, haciendo una construcción, clasificando bolas por colores, haciendo plastilina... puf!!!
Llegó el mes de octubre y se me acumulaban las obligaciones, empecé en Atención Temprana dos días por semana con Sabela, la terapeuta ocupacional y al mismo tiempo en el cole. ¡Por fin tomaron la decisión! Tres días al cole de Loli ( CEIP. A Solaina) y dos al de Carmen ( C.E.E Carmen Polo). Por si esto no fuese suficiente, montones de citas con la neuróloga para controlarme el tratamiento, ASPANEPS... Los lunes viene una amiga mía saharaui a charlar conmigo, sino esta cabeza mía se me despista y me olvido del hassanía, que es mi idioma, un dialecto del árabe. Y los miércoles, me toca lo mejor, ir a Pipi, que es el caballo en el que hago hipoterapia, me encanta. Si me preguntasen, qué tres cosas, son para mi lo mejor de la vida, no dudaría en decir la pelota, la bici y Pipi.
La verdad han pasado 9 meses desde que llegué, si me viera mi familia del Sáhara, se quedaría impresionada. Pensándolo bien... ¡ESTOY HECHO UN GENIO!!! Para que os hagáis una idea de lo mucho que he mejorado, y de que cada vez soy más autónomo, os contaré alguno de mis avances: aprendí a hacer la pinza, subo las escaleras yo solo con supervisión por si me desequilibro, sé coger un objeto cuando me lo lanzan, sé sacarme y ponerme la camiseta y el pantalón con indicaciones verbales de un adulto, corro más coordinado, soy capaz de presionar un botón... y prepararos, viene lo mejor, aprendí a andar en bici con ruedines. Mi familia acabó con la espalda destrozada de moverme los pedales, para que yo aprendiera el movimiento. Y tras 3 meses de ensayos... lo conseguí!
Entre otras novedades, diré que ya hablo bastante bien español, que tengo unos compañeros del cole que me tratan muy bien, profes que me enseñan y me aprecian, una terapeuta ocupacional que es estupenda y UNA FAMILIA QUE ME ADORA.
Bueno, pues éste soy yo, Salamu Nayen Mohamed Moulud.
Pensar, que ... si malas son las condiciones de vida de un refugiado en el desierto, ¿ cómo os imagináis las de los discapacitados?